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  5.La Calidad de Nuestra Fe
 

 

 
Libros de Elena G de White

Fe y Obras


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5.La Calidad de Nuestra Fe:




Texto: Juan 3: 1-16 (leído por la oradora).

Si no hubiera nada más en todas las Escrituras que señalase definidamente el camino al cielo, lo tenemos aquí en estas palabras.  Nos dicen qué es la conversión.  Nos indican qué debemos hacer para ser salvos.  Y, mis amigos, quiero decirles que esto golpea directamente en la raíz de la obra superficial en el mundo religioso.  Choca directamente con la idea de que uno puede llegar a ser un hijo de Dios sin experimentar ningún cambio especial.  Si la verdad de Dios halla cabida en nuestros corazones, se produce en nosotros un cambio decidido, porque tiene un poder santificador sobre la vida y el carácter.  Cuando veamos los frutos de la justificación en los que manifiestan poseer la verdad avanzada, como nosotros manifestamos tenerla, entonces habrá un curso de acción que dará testimonio de que hemos aprendido de Cristo.

Cuando Cristo, la Esperanza de Israel, fue clavado en la cruz y levantado como le dijo a Nicodemo que lo sería. La esperanza de los discípulos murió con Jesús.  Ellos no podían explicar la cuestión.  No podían entender todo lo que Cristo les había dicho al respecto con anticipación.

Pero después de la Resurrección, resucitaron su esperanza y su fe, y salieron a proclamar a Cristo y a Este crucificado. Contaron cómo el Señor de vida y gloria había sido tomado y crucificado por manos 63 impías, y cómo había resucitado.  Y así hablaron con gran denuedo las palabras de vida ante las cuales la gente se admiraba sobremanera.

Los fariseos y los que oyeron a los discípulos proclamar osadamente a Jesús como el Mesías, entendieron que ellos habían estado con Jesús y habían aprendido de El.  Hablaban tal como Jesús habló.  Esto dejó en claro en las mentes de aquéllos, que los discípulos habían aprendido de Jesús. ¿Cómo ha sucedido con sus discípulos en todas las edades del mundo?  Ciertamente, han aprendido de Jesús; han estado en su escuela; han sido sus alumnos y han aprendido las lecciones de Cristo respecto a la conexión viviente que el alma tiene con Dios.  Esa fe viviente es esencial para nuestra salvación a fin de que nos aferremos de los méritos de la sangre del Salvador crucificado y resucitado -de Cristo, nuestra justicia.

Parecería haber, una atmósfera nubosa que se ha acumulado en torno del alma del hombre y que ha cerrado su mente.  Es casi imposible abrirse paso a través de esta atmósfera de duda e incredulidad.  Es casi imposible despertar sus intereses vitales a fin de que pueda comprender lo que necesita hacer para ser salvo.

La sencillez de la salvación

El que se aferre de la justicia de Cristo no ha de esperar ni por un momento que él mismo podrá borrar sus propios pecados.  No necesita aguardar hasta haber experimentado un arrepentimiento satisfactorio antes de poder apropiarse de la justicia de Cristo.  No entendemos el tema de la salvación.  Es tan sencillo como el ABC.  Pero no lo entendemos.

Ahora bien, ¿cómo es que se arrepiente el ser humano? ¿Es algo que proviene de sí mismo?  No; porque el corazón natural está en enemistad con 64 Dios. Entonces, ¿como puede el corazón natural despertar al arrepentimiento cuando no tiene poder para hacerlo? ¿Qué es lo que induce al hombre al arrepentimiento?  Es Cristo Jesús. ¿Cómo induce al hombre al arrepentimiento? Hay mil maneras en que puede hacerlo.

El Dios del cielo está obrando sobre las mentes humanas todo el tiempo.  En la Palabra de Dios se formula una invitación, y no sólo se formula allí, sino también por medio de todos los que creen en Jesucristo y revelan a Cristo en sus caracteres.  Tal vez no se acerquen directamente a una persona para hablarle respecto a su condición de impenitencia; sin embargo, tal persona percibe, cuando entra en relación con algún discípulo de Jesucristo, que allí hay algo que ella no posee.  Los fariseos advirtieron que en los discípulos de Jesús había algo que ellos no podían entender.  Percibieron algo maravilloso, y en sus mentes quedó claro que los discípulos habían estado escuchando a Jesús y que habían aprendido de El sus lecciones.

Hay impresiones que se producen todo el tiempo.  Hay una atmósfera que rodea al alma humana, y esa atmósfera es una atmósfera celestial o una atmósfera infernal.  No hay sino dos líneas diferentes. O estamos en esta materia del lado de Cristo o estamos del lado del enemigo.  Y si continuamente extraemos rayos de la divina luz de gloria, los ángeles de Dios están a nuestro alrededor y hay una atmósfera que rodea al alma humana.  Nuestra actitud, nuestras palabras, dan testimonio de una conversión genuina a todos los que entran en la esfera de nuestra influencia.  "Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven.  Y el que tiene sed, venga".

Ahora que somos ramas de la Vid viviente seremos nutridos por la savia que fluye de la Vid.  Fluye a todas las ramas todo el tiempo, y cada rama llevará 65 fruto para la gloria de Dios.  "A vuestro Padre le ha placido" "que llevéis mucho fruto".  Bien, entonces, ¿cuál es nuestra actitud?  Debe ser una actitud de fe viva.

No puede ser demostrado por el razonamiento

"Yo quiero -dice alguien- razonar este asunto".  Bien, razónalo si puedes. "El viento sopla de donde quiere", y tú oyes su sonido, pero no puedes explicarlo.  Y tampoco puedes explicar cómo obra Dios en el corazón humano.  No puedes explicar esta fe que se aferra firmemente a los méritos de la sangre de un Salvador crucificado y resucitado para introducir la justicia de Cristo en tu vida.  Cubierto con la justicia de Cristo y no con tu propia justicia, no dependerás de lo que puedes hacer o de lo que harás. ¿No sabes que nada puedes hacer sin Cristo?"Separados de mí  -dice El-  nada podéis hacer" (Juan 15: 5).

Cuando te sientas a la mesa, el alimento que comes es una expresión del amor de Cristo.  Y al escuchar la verdad de las palabras de Dios pronunciadas desde el púlpito recibimos un mensaje que se envía a fin de proclamar para nosotros las palabras de vida.

¿Quiénes entre ustedes han estado reuniendo todas las dudas e interrogantes que podían juntar y amontonar contra esta justicia de Cristo? ¿Quién ha estado haciendo esto? ¿De qué lado estás tú?

¿Has estado asimilando las preciosas verdades, punto tras punto, así como han sido presentadas? ¿O has estado pensando en seguir tus propias ideas y opiniones, y lees y juzgas la Palabra de Dios por tus opiniones y teorías? ¿O cotejarás tus ideas y teorías con la Palabra de Dios permitiendo que los oráculos vivientes te revelen dónde están las deficiencias y 66 los defectos en tus ideas y teorías?  No podemos tomar la posición de que juzgaremos la Palabra de Dios porque creímos tal y tal cosa.  "¡A la ley y al testimonio!  Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido"  (Isa. 8: 20).

Si hubo alguna vez un pueblo que necesitó luz, es el que está viviendo en los días finales de la historia de esta tierra.  Queremos saber qué dice la Escritura.  Anhelamos allegarnos a los oráculos vivientes de Dios.  Queremos esa fe viva que ase el brazo del poder infinito, y deseamos confiar, con todo nuestro ser en Cristo Jesús nuestra justicia.  Y podemos hacerlo.  Sí, lo hacemos provechosamente para el interés de nuestra propia alma.

Tú puedes unirte a la Vid viviente.  Cada miembro de tu ser entero puede unirse a esa Vid, y la savia y el alimento que vienen de la vid nutrirán la rama que está en la Vid, hasta que seas uno con Cristo como El era uno con el Padre.  De esa manera sus bendiciones te serán impartidas.  Pero, hermanos, no hemos tenido fe.  Hemos deshonrado a Dios con nuestra incredulidad demasiado tiempo.

La fe del paralítico

Me referiré al paralítico que no había usado sus miembros por muchos años.  Allí estaba.  Los sacerdotes, los doctores de la ley y los escribas examinaron su caso y lo declararon incurable.  Le dijeron que por su propio pecado había caído en esa condición, y que no había esperanza para él.  Pero le llegó la noticia de que había un hombre llamado Jesús que estaba realizando obras poderosas.  Sanaba a los enfermos, y hasta había resucitado a los muertos.  "Pero ¿cómo puedo ir a El?" -preguntó.

"Nosotros te llevaremos a Jesús -replicaron sus amigos-, ante su misma presencia; nos enteramos de que El ha venido a tal lugar". 67 Y así tomaron al hombre desahuciado y lo llevaron adonde sabían que estaba Jesús.  Pero la multitud rodeaba tan apretadamente la casa donde se hallaba Jesús, que ellos ni tenían posibilidad de acercarse a la puerta. ¿Qué iban a hacer?  El paralítico sugirió que sacaran las tejas e hicieran una abertura en el techo, y lo bajaran por allí.

Y así puso de manifiesto su ferviente fe.  Ellos lo hicieron, y él fue colocado justamente delante de Jesús, donde el Señor podía verlo.  Y Jesús, al mirarlo, tuvo compasión de él, y dijo: "Hijo, tus pecados te son perdonados" (Mar. 2: 5).  Bien, ¡qué gozo significaba eso!  Jesús sabía exactamente qué necesitaba esa alma agobiada por el pecado.  Sabía que el hombre había sido torturado por su propia conciencia, así que le dijo: "Tus pecados te son perdonados". ¡Qué alivio para la mente del paralítico! ¡Qué esperanza llenó su corazón!

Entonces las sospechas se suscitaron en los corazones de los fariseos: "Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?"

Jesús les dijo entonces: "Para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa" (Luc. 5: 24). ¿Qué, tomar el lecho con sus brazos lisiados? ¿Qué, ponerse en pie, con sus piernas paralíticas? ¿Qué hizo?  Pues, hizo exactamente lo que se le ordenó.  Hizo lo que el Señor le dijo que hiciera.  La fuerza de la voluntad fue dirigida a mover sus piernas y brazos tullidos, y éstos respondieron, aun cuando no habían respondido por largo tiempo.  Esta manifestación demostró delante de la gente que allí había Uno, en medio de ellos, que no sólo podía perdonar pecados sino también sanar a los enfermos. 68

Pero esa poderosa evidencia dada a los fariseos no los convirtió.  Los hombres pueden encerrarse de tal manera en la incredulidad, la duda y el escepticismo, que ni la resurrección de los muertos los convencería.  Por causa de su incredulidad, se mantendrían en la misma actitud de descreimiento, impenitentes, inconversos.  Pero todos los que tienen corazones dispuestos para recibir la verdad y oídos para oír, glorifican a Dios.  Los tales exclaman: "¡Nunca antes lo habíamos visto de este modo!"

La respuesta al lisiado de Betesda

Allí estaba el lisiado, y cuando Cristo le habló, el hombre le contó a triste historia de como, en cuanto se disponía a descender al agua para ser sanado, otro descendía antes que él.  Cristo le preguntó: "¿Quieres ser sano?" (Juan 5: 6). ¡Qué pregunta!  Por ese motivo estaba allí; pero Cristo quería suscitar en el corazón de ese hombre la expresión del deseo de ser sanado.  Y cuando Cristo le mandó que se levantara, tomara su lecho y caminase, hizo exactamente lo que Cristo le indicó que hiciera.  No dijo: "¡Qué, he estado aquí treinta años y no he dado un paso en todo ese tiempo!" No se detuvo a argumentar, sino que hizo exactamente lo que se le ordenó.  Tomó su lecho y caminó, y fue sanado a partir de ese momento.
Esta es la fe que necesitamos.  Pero si tú te detienes a explicar cada cosa y a razonar cada punto, morirás en tus pecados, porque nunca estarás satisfecho.

La serpiente de bronce

He aquí otro caso que Cristo presentó ante Nicodemo -la serpiente que fue levantada en el desierto- y declaró: "Así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado" (Juan 3:14). 69 Y si fuere levantado, atraería hacia El a todos los hombres, "para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (vers. 15).  Ahora, tan sólo miren a esa serpiente de bronce.  Los hijos de Israel no se habían percatado de que Dios los había estado cuidando por medio de sus ángeles, enviados para ayudarlos y protegerlos.  El pueblo no había sido diezmado por las serpientes en sus largos viajes por el desierto.  Fue un pueblo ingrato.

Tambien lo somos nosotros.  No nos damos cuenta de los miles de peligros de los cuales nos ha guardado nuestro Padre celestial.  No percibimos la gran bendición que El derrama sobre nosotros al darnos alimento y ropa, y al preservar nuestras vidas enviando a los ángeles guardianes para que nos cuiden.  Cada día deberíamos agradecer por esto.  Nuestros corazones deberían vibrar de agradecimiento, y deberíamos acudir a Dios todos los días con una ofrecida de gratitud.  Deberíamos reunirnos cada día en torno del altar de familia y alabar al Señor por su cuidado sobre nosotros.  Los hijos de Israel habían perdido de vista que Dios los estaba protegiendo de los animales ponzoñosos.  Pero cuando El retiró su mano protectora, el aguijón se abatió sobre ellos.

¿Entonces qué?  Pues, Cristo mismo le dijo a Moisés que erigiera un asta e hiciese una serpiente de bronce, la colocará en esa asta y la levantase a la vista de los israelitas, para que todo el que la mirara, pudiese vivir.  No tenían un gran trabajo que hacer.  Tenían que mirar, porque Dios lo dijo.
Ahora bien, supongamos que ellos se hubieran detenido a razonarlo, diciendo: "¡Qué, no puede ser que por mirar a esa serpiente de bronce seremos curados! ¡No hay vida en ella!" Pero la mirada de fe sí los curó, exactamente como Dios les había dicho 70 que sucedería.  Los que Miraron, vivieron.  Los que se detuvieron a argumentar y a explicarlo, murieron.

¿Qué hemos de hacer nosotros?  Mirar y vivir.  "Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado" (Juan 3: 14). ¿La razón?  Que todo aquel que lo mire, " no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3: 16).

¿Qué clase de fe es ésa? ¿Es simplemente creer, o es una fe de aceptación? Aquí hay muchos que tienen esa clase de fe.  Tu crees que Jesús era el Hijo de Dios; pero ¿tienes una fe personal respecto a tú propia salvación?¿ Crees que Jesús es tu Salvador, que El murió en la cruz del Calvario para redimirte, que te ha ofrecido el don de la vida eterna si crees en El?

Esto es la justificación por la fe

¿Y qué es creer?  Es aceptar plenamente que Jesucristo murió como nuestro sacrificio; que El se hizo maldición por nosotros, que tomó nuestros pecados sobre sí mismo, y nos imputó su propia justicia.  Por eso reclamamos esta justicia de Cristo, creemos en ella, y es nuestra justicia.  El es nuestro Salvador.  Nos salva porque dijo que lo haría. ¿Hemos de participar en todas las discusiones en cuanto a cómo puede salvarnos? ¿Tenemos en nosotros mismos la bondad que nos hará mejores y que nos limpiará de las manchas y las tachas del pecado, habilitándonos entonces para acudir a Dios?  Nosotros simplemente no podemos hacerlo.

¿No saben que cuando el joven rico se acercó a Cristo y le preguntó qué debía hacer para tener la vida eterna, Cristo le dijo que guardara los mandamientos?  El joven contestó: "Todo esto lo he guardado".  Pero el Señor quería que entendiera que esta lección se aplicaba a él."¿Qué más me falta?" (Mat. 19: 20).  No percibía que había algo que se refería a él, o por qué no había de tener la vida eterna.  "Lo he 71 guardado", dijo.  Ahora Cristo toca el punto débil de su corazón.  Dice: "Ven, sígueme, y tendrás vida".

¿Qué hizo el joven?  Se alejó muy triste, porque tenía muchas posesiones.
Ahora bien, él no había guardado los mandamientos en absoluto.  Debería haber aceptado a Jesucristo como su Salvador, y haberse asido de su justicia.  Entonces, al poseer la justicia de Cristo, hubiera podido guardar la ley de Dios.  El joven magistrado no podía hollar la ley.  Debía respetarla; debía amarla.  Entonces Cristo habría aportado el poder divino para combinarlo con los esfuerzos humanos.

Cristo tomó sobre sí la humanidad por nosotros.  Revistió su divinidad, y la divinidad y la humanidad se combinaron.  Mostró que la ley que Satanás declaró que no podía guardarse, sí podía guardarse.  Cristo tomó la humanidad para estar aquí en nuestro mundo, a fin de mostrar que Satanás había mentido.  Tomó la humanidad sobre sí para demostrar que con la divinidad y la humanidad combinadas, el hombre podía guardar la ley de Jehová.  Si separan la humanidad de la divinidad, ustedes pueden tratar de labrar su propia justicia desde ahora hasta que Cristo venga, y no lograrán otra cosa que un fracaso.

Mediante una te viva, por medio de la ferviente oración a Dios y dependiendo de los méritos de Jesús, somos revestidos con su justicia, y somos salvados.  "Oh, sí -dicen algunos-, somos salvados sin hacer nada.  En realidad, soy salvo.  No necesito guardar la ley de Dios.  Soy salvo por la justicia de Cristo Jesús".  Cristo vino a nuestro mundo a fin de llevar a todos los hombres de regreso a la lealtad a Dios.  Tomar la posición de que puedes quebrantar la ley de Dios, porque Cristo lo ha hecho todo, es una posición de muerte, porque tú eres tan ciertamente un transgresor como cualquiera. 72 ¿ Entonces qué es?  Es oír y ver que con la justicia de Cristo que ases por fe, la justicia provista por los esfuerzos de Cristo y por su poder divino, puedes guardar los mandamientos de Dios.

Nadie será salvado en la indolencia

Ahora bien, nosotros queremos esa fe.  Pero ¿será el hombre salvado en la indolencia? ¿Puede ser salvado sin hacer nada? ¡Jamás, jamás!  El debe ser un colaborador de Jesucristo.  No puede salvarse a sí mismo."Nosotros somos colaboradores de Dios" (1 Cor. 3: 9). ¿Y cómo es esto?  Todo el cielo está trabajando para elevar, a la raza humana de la degradación del pecado.  Todo el cielo está abierto para los habitantes de la tierra.  Los ángeles de Dios son enviados a ministrar a los que han de ser herederos de salvación."Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad" (Fil. 2: 13).

Y es esa fe que obra la que ustedes quieren. ¿De qué manera obra?  Obra por amor. ¿Qué amor?  Pues, el amor que fulgura de la cruz del Calvario.  Se levanta a mitad de camino entre la tierra y el cielo, y la salvación se obtiene mirando a esta cruz.  El Padre la aceptó, y la hueste angélica se allegó hasta esa cruz, y Dios mismo se inclinó aceptando el sacrificio.  Satisface la exigencia del Cielo, y el hombre puede ser salvo por medio de Jesucristo, si sólo tiene fe en El.  El hombre es reconciliado con Dios, y Dios con el hombre, mediante el sacrificio pleno y perfecto y completo.
Ahora bien, hermanos, queremos fe; queremos educar el alma en la fe; queremos que cada paso sea un paso de fe.  Queremos fe en este sacrificio que ha sido hecho por nosotros.  "La misericordia y la verdad se encontraron; la justicia y la paz se besaron" (Sal. 85: 10).  Ahora, cuando vemos un rayo de luz 73 queremos hacerlo nuestro.  El diablo está trabajando contra esto todo el tiempo.  Jesucristo en la cruz del Calvario da testimonio de la fe que obra por amor.  Es el amor que El ha manifestado por mi alma.  Cristo ha muerto por mí.  El me ha adquirido a un costo infinito, y ha expiado todo lo que es ofensivo a Dios.  Debo ser un colaborador suyo.  Debo tomar su yugo sobre mí.  Debo llevar el yugo de Cristo.  Debo levantar sus cargas.  Debo enseñar a otros cómo elevarse del estado pecaminoso en que me hallaba, y cómo asir por medio de una fe viva la justicia que es en Cristo Jesús.  Esa es la única manera como el pecador puede ser salvado.

No pueden salvarse a sí mismos

Ahora bien, ustedes pueden aferrarse a su propia justicia, y pueden pensar que han tratado de hacer lo correcto, y que, después de todo, con esto serán salvos.  No pueden ver que Cristo lo hace todo.  "Debo arrepentirme primero dicen algunos . Debo avanzar hasta aquí por mí mismo, sin Cristo, y entonces Cristo sale a mi encuentro y me acepta".

Ustedes no pueden tener un pensamiento sin Cristo.  No pueden tener la inclinación de acudir a El a menos que El ponga en movimiento influencias e impresione su Espíritu en la mente humana.  Y si hay un hombre sobre la faz de la tierra que tiene alguna inclinación hacia Dios, es a causa de las muchas influencias que se han puesto en acción dirigidas a su mente y corazón.  Esas influencias invitan a la lealtad a Dios y al aprecio de la gran obra que Dios ha hecho por él.

Por consiguiente, jamás digamos que podemos arrepentirnos por nosotros mismos, y entonces Cristo perdonará.  No, por cierto.  Es la gracia de Dios la que perdona.  Es el favor de Dios lo que nos conduce mediante su poder al arrepentimiento.  Por lo tanto, 74 todo proviene de Jesucristo, todo pertenece a El, y uno quiere simplemente dar gloria a Dios. ¿Por qué no responden más cuando se encuentran los unos con los otros en las reuniones" ¿Por qué no manifiestan la influencia vivificante del Espíritu de Dios cuando el amor de Jesús y su salvación les son presentados?  Es porque no perciben que Cristo es primero y postrero y supremo, el Alfa y la Omega, principio y fin, el mismísimo Autor y Consumador de nuestra fe.  No comprenden esto, y por ende permanecen en sus pecados. ¿Por que sucede esto?  Porque Satanás está aquí luchando y batallando por las almas de los hombres.  El arroja su sombra diabólica precisamente a través de nuestro camino, y lo único que uno puede ver es al enemigo y su poder.

Aparten la mirada de su poder y diríjanla hacia Uno que es poderoso para salvar hasta lo sumo.¿ Por qué su fe no se abre paso a través de la sombra hacia donde está Cristo.  El ha llevado cautiva la cautividad y ha repartido dones a los hombres.  El les enseñará que Satanás reclama como su propiedad cada alma que no se une a Cristo.

El punto crucial en la gran controversia

Satanás es el autor de la muerte. ¿Qué hizo Cristo después de someter a Satanás bajo el dominio de la muerte? Las últimas palabras de Jesús, cuando expiraba en la cruz, fueron: "Consumado es". (Juan 19: 30).  El diablo comprendió que se había excedido.  Por su muerte, Cristo aseguró la muerte de Satanás y dio a luz la inmortalidad.

Y después que Cristo resucito, ¿qué hizo?  Asumió su poder y empuño su cetro.  Abrió las tumbas y sacó a una multitud de cautivos, dando testimonio ante todo nuestro mundo y ante la creación entera de que tenía poder sobre la muerte y de que rescataba a los cautivos de la muerte. 75

No todos los que creyeron en Jesús fueron resucitados en ese momento.  Era solamente una muestra de lo que vendría, para que nosotros pudiéramos saber que la muerte y el sepulcro no han de retener a los cautivos, porque Cristo los llevó al cielo.  Y cuando El regrese con poder y gran gloria, abrirá los sepulcros.  La prisión será abierta, y los muertos vivirán nuevamente, revestidos de gloriosa inmortalidad.

He aquí los trofeos que Cristo tomó consigo y presentó ante el universo del cielo y de los mundos que Dios ha creado.  Cualquier afecto que alguna vez hayan sentido por Lucifer, que era el querubín cubridor, ahora está destruido.  Dios le dio una oportunidad de forjar su carácter.  Si no hubiera hecho esto, habría habido quienes sintieran que la acusación que él levantó contra Dios - de que no le dio una oportunidad justa - era fundada.

El Príncipe de Vida y el príncipe de las tinieblas estaban en conflicto.  El Príncipe de Vida prevaleció, pero a un costo infinito.  Su triunfo es nuestra salvación.  El es nuestro Sustituto y Garante, y lo que El dice al que venciere indica si el hombre tiene algo que hacer o no.  ¿De qué manera?  "Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono" (Apoc. 3: 21).

La porción del vencedor

¿No tuvo nuestro Salvador algo que vencer? ¿No libró la batalla con el príncipe de las tinieblas hasta que fue vencedor en cada punto?  Entonces dejó la obra directamente en las manos de sus seguidores.  Tenemos algo que hacer. ¿Acaso no tenemos la porción del vencedor, para trabajar en pos de la victoria y obtenerla? ¿No hemos de proseguir paso a paso en conocer al Señor, hasta que veamos que 76 como el alba está dispuesta su salida? Su luz brillará hasta que lleguemos a la luz mas brillante.    Al suplicar al Dios del cielo, ustedes le captarán y proseguirán y  recogerán luz más brillante de los oráculos de Dios.

Jacob cayó en la trampa. Defraudó a su hermano por la primogenitura. Al luchar con Cristo, sus pecados se presentaron ante él. Y el ángel luchó con él y le dijo :"Déjame"; y Jacob respondió: "No te dejaré si no me bendices" (Gén. 32: 26).

¿Harán ustedes eso? ¿Lucharán con Dios esta reunión hasta saber que El se revela a ustedes? Hay pecados que afligen sus almas; sus pecados los agobian. ¿Dirán: "Ahora, Señor, debo tener el perdón escrito enfrente de mi nombre", y lucharán y alegrarán con Dios, apoyándose en la justicia de Cristo? "El debe salvar; yo creo en El; le tomo la palabra". Ahora, hermanos, ¿qué haremos? 

Jacob obtuvo la victoria, y ese día le fue cambiado el nombre.  Fue cuando él prevaleció con Dios.  Estoy tan agradecida de que Dios ha preparado un camino para que podamos tener plena y gratuita salvación.  No necesitamos mirar las tinieblas que Satanás arroja en nuestra senda.  El quisiera eclipsar a nuestra vista el cielo, y a Jesús, y la luz y el poder del cielo, y nosotros seguimos hablando del poder de Satanás. Pero no necesitamos hablar de eso.  Isaías lo presenta de esta manera: "Un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará  su nombre Admirable,.  Consejero, Dios fuerte, Padre eterno,  Príncipe de paz" (Isa. 9: 6). ¿No está eso diciendo que yo y mi Padre somos uno?

Dios nos ayude, hermanos, a despertar y sacudirnos ahora, para hacer tanto como el paralítico, tanto como el lisiado de Betesda y tanto como el 77 hombre con el brazo tullido.  Ellos hicieron exactamente lo que se les indicó.  Dios nos ayude a creer en el Hijo de Dios, y que El puede salvarnos hasta lo sumo, y tendremos vida eterna.

Pero muchos de ustedes actúan como si no hubiera suficiente vitalidad en sus almas para responder a la verdad.  Algunos de ustedes actúan como si pensaran que Jesús estuviese encerrado en el sepulcro nuevo de José.  El no está allí.  Ha resucitado, y hoy tenemos un Salvador viviente que está intercediendo por nosotros.

Entonces hablen de su amor, hablen de su poder, alábenlo.  Si tienen voz para decir cosa alguna, hablen de Dios, hablen del cielo, hablen de la vida eterna.  He oído a personas que en sus hogares hablan en voz tan alta que sus vecinos pueden escucharlos, pero que en las reuniones se levantan y musitan unas pocas palabras que no se alcanzan a entender.  Ustedes quieren mostrar que han estado aprendiendo en la escuela de Cristo y que han estado progresando.  "Con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación" (Rom. 10: 10). ¿Cuántos creen en las verdades que han escuchado hoy? ¿Quieren esperar algunos meses antes de reconocer que hay luz en ellas? ¿Quieren detenerse a razonar punto por punto?  Morirán antes de que llegue ese momento.

Créanlo porque Dios lo dice

Créanlo porque es la verdad, porque Dios lo dice, y confíen en la sangre  meritoria de un Salvador crucificado y resucitado.  El es su única esperanza, su justicia, su Sustituto y Garante, su todo en todos.  Cuando ustedes. Comprenden eso, sólo pueden traerle una ofrenda de alabanza.  Pero cuando no están dispuestos a allegarse a Cristo y reconocer que El lo hace todo, cuando sienten que primero tienen que 78 dar algunos pasos y avanzar hasta cierto punto, y que entonces Dios les saldrá al encuentro, eso es exactamente como la ofrenda de Caín.  El no conoció a Jesús, y no comprendió que la sangre de Jesús podía limpiar sus pecados y hacer su ofrenda aceptable a Dios.  Hay más de un Caín, con ofrendas espurias y sacrificios impuros, sin la sangre de Jesús.  Ustedes deben acudir a Jesucristo a cada paso.  Con la sangre de Jesús y su poder purificador, presenten sus peticiones a Dios, oren a El con fervor, y estudien sus Biblias como nunca antes.

La pregunta es: "¿Qué es verdad?" No son los muchos años que uno haya creído algo, los que hacen que esa creencia sea la verdad.  Ustedes deben comparar su credo con la Biblia, y permitir  que la luz de la Biblia defina su credo y les muestre en qué es insuficiente y dónde está la dificultad. La Biblia debe ser su estandarte, los oráculos vivientes de Jehová deben ser  su guía.  Deben excavar en busca de la verdad como por  tesoros escondidos.  Tienen que descubrir dónde está el tesoro y entonces remover cada pulgada de ese terreno para obtener las joyas.  Tienen que laborear las minas de la verdad en busca de nuevas gemas, de nuevos diamantes, y los hallarán.

Ustedes saben lo que ocurre con el poder papal.  La gente no tiene el derecho de interpretar por sí misma las Escrituras.  Alguna otra persona debe interpretar las Escrituras para ellos. ¿No tienen ustedes mente? ¿No tienen razonamiento? ¿No ha dado Dios juicio a la gente común tanto como a los sacerdotes y magistrados?  Cuando Cristo, el Señor de vida y gloria, vino a nuestro mundo, si lo hubieran conocido, nunca lo habrían crucificado.  Dios les había dicho que escudriñaran las Escrituras: "A vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna;  y ellas son las que dan testimonio de mi" (Juan 5: 39). 79

Dios nos ayude a ser estudiantes de la Biblia.  Hasta que puedas ver la razón por ti mismo y un "así dice el Señor" en las Escrituras, no confíes a hombre alguno la tarea de interpretar la Biblia para ti.  Y cuando puedas ver esto, lo comprendes por ti mismo, y sabes que es la verdad de Dios.  Dirás: "Lo he leído, lo he visto, mi propio corazón lo hace suyo, y es la verdad que Dios me ha hablado por medio de su Palabra".  Ahora bien, esto es lo que debemos ser: cristianos individuales.  Necesitamos tener una experiencia individual, personal.  Necesitamos ser convertidos, como lo necesitaban los judíos.  Si ves una lucecita, no debes retroceder y decir: "Aguardaré hasta que mis hermanos la hayan visto".  Si lo haces, continuarás en las tinieblas.
Dios nos ayude a tener un conocimiento de la verdad, y si has visto la verdad de Dios, prosigue hacia la luz y deja las barreras detrás de ti.  No hagas de la carne tu brazo, mas ten una experiencia viviente por ti mismo, y entonces tu rostro resplandecerá con la gloria de Dios.  Has caminado con El, y El te ha sostenido.  Has luchado y alegado con El, y El ha hecho resplandecer su luz sobre ti.

Hablar de la fe, vivir la fe, actuar por fe

Ahora, hermanos, ustedes se han adiestrado de tal manera en dudas e interrogantes que tienen que educar sus almas en la línea de la fe.  Tienen que hablar de la fe, vivir la fe, actuar por fe, para que puedan crecer en la fe.  Ejercitando esa fe viviente, crecerán hasta ser hombres y mujeres fuertes en Cristo Jesús.  Dios conceda que esta reunión que estamos celebrando pueda ser una reunión donde el Sol de justicia se levante sobre ustedes y brille en 80 sus corazones con sus rayos más diáfanos, haciendo de todos ustedes luces en el mundo.

Ustedes pueden ser exactamente lo que Cristo dijo que sus discípulos deberían ser: "La luz del mundo" (Mat. 5: 14).  Ustedes deberían esparcir a otros esa luz, esperanza y fe.  No deben marchar en su servicio quejándose, como si El fuera un capataz duro que pone sobre ustedes cargas que no pueden llevar.  Este no es el caso.  El quiere que ustedes estén llenos de gozo, llenos de la bendición de Dios, a fin de que conozcan la longitud y la anchura y la altura y la profundidad del amor de Dios, que excede todo conocimiento.  Cuando se menciona su nombre, El quiere que haga vibrar la cuerda tónica y sus corazones responderán.  Entonces podrán ofrecer acción de gracias y gloria y honor y alabanza a Aquel que se sienta en el trono y al Cordero.

Deberían aprender a cantar ese cántico aquí; y cuando sean transformados en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, sabrán exactamente dónde entonar el cántico de triunfo con los ángeles celestiales y con los santos redimidos.  Hemos de hacer que las bóvedas celestiales resuenen entonces con alabanza y gloria.  Pero hagamos que las bóvedas resuenen aquí.  Despierte este lugar alabanza en sus corazones.  Mientras están en esta tierra contemplen los árboles majestuosos, la alfombra de terciopelo verde, y permitan que la alabanza surja en sus corazones.  Alaben a Dios porque tenemos el privilegio de estar en este mundo, hermoso como es.  Nos dirigimos a un lugar mejor.  Esta tierra va a ser purificada, fundida, y hecha sin pecado.

¿No tenemos todo lo necesario para que nuestras mentes estén dirigidas al cielo? ¿No tenemos todo lo necesario para hacernos salir de esta mundanalidad y sensualidad, esta charla barata y sin sentido, estas 81 bromas y chanzas, este falso testimonio, charlatanería y suposiciones malignas? ¡Pongan todo eso a un lado! ¡Es una desgracia para la iglesia!  La enferma y debilita.

Sea nuestra conversación santa.  Como Dios es santo en su esfera, seamos santos en la nuestra.  Regocijémonos en el precioso Salvador, que murió para redimirnos, y reflejemos la gloria a Dios.  Unámonos con el cielo en nuestras alabanzas aquí y unámonos a los cánticos de los ángeles celestiales en la ciudad de nuestro Dios. 82 
 




  

 
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